viernes, noviembre 22

Investigadores del Ininco-UCV están preocupados por situación de la comunicación en Venezuela

A Morella Alvarado le tocó dirigir el Instituto de Investigaciones de la Comunicación de la UCV (Ininco-UCV) durante las protestas de 2017, la emergencia humanitaria compleja, los apagones de 2019, la pandemia de 2020 y otros hitos para la historia venezolana. Este martes, durante el acto por los 50 años del instituto -que ahora lleva el nombre de uno de sus fundadores, Antonio Pasquali-, Alvarado expresó sus inquietudes por la situación de la comunicación en Venezuela. Preocupaciones similares las compartieron María Fernanda Madriz, investigadora; y María Gabriela Colmenares, actual directora de esta institución.

Países como Venezuela tienen, en la actualidad, muchísimas restricciones, señaló Alvarado, hasta el punto de que se puede tomar la palabra ante una cámara, «pero no sabemos qué pueda pasar después»; incluso, hay personas detenidas «por manejar información» que puede ser «peligrosa» para el gobierno, como la fluctuación del dólar, indica la nota de Contrapunto.

Consideró que en la actualidad vivimos un desequilibrio en el sistema comunicacional: «Por una parte, un agrandamiento del sistema de información pública, y por otra parte, el agrandamiento de las prácticas y formas de comunicación de los individuos. Estamos frente a un universo muy amplio, muy complejo, y tenemos que tomarnos el tiempo para sentarnos y pensar y cuestionar qué es lo que nos está pasado».

Alvarado dirigió el Ininco hasta hace cinco meses, y como ha vivido distintas etapas del instituto, resaltó el periodo en el cual había recursos y tiempo para investigar. «Cincuenta años después eso ha cambiado. Hemos disminuido el personal, pero lo más importante es que hemos crecido en alianzas». Aunque «somos pocas personas en planta, tenemos un staff de aliados que supera los 30 investigadores» en el país y en el mundo.

Para la investigación en comunicación «la pandemia fue muy dura, porque no sabíamos qué hacer ni para donde iba el mundo», rememoró. «Pero nos dejó nuevas formas de entender procesos que en ese momento afloraron, como los trastornos de la información; para nosotros hablar de infodemia y de desinformación nos dejó una ventana sobre el manejo de la información, el manejo de la verdad y la mentira institucionalizada, porque había que decir algo -fuese verdad o mentira- pero había que decir algo».

La expresión comunicacional de la crisis sociopolítica del país, incluso luego del 28 de julio, «es la mentira», respondió sin titubeos. Las ciudadanas y los ciudadanos «debemos adquirir y fortalecer las competencias comunicacionales», lo que implica «aprender a diferenciar los mensajes, quién los está emitiendo, qué intenciones hay detrás de eso». Otro aspecto vital «es cómo pasamos de ser simples receptores de la información, a ser emisores y productores de sobreinformacióm: ahora todo el mundo dice, genera contenido y dinero, y debemos pensar por qué lo estamos haciendo así y qué es lo que estamos diciendo».

Momentos de El Gran Hermano

Estos «son momentos complejos para vivir y para pensar» en Venezuela y en el mundo, sentenció María Fernanda Madriz. Los cambios que antes se medían en décadas, hoy «se ven en tres meses».

Consultada sobre si hay o no políticas públicas de comunicación en Venezuela, refirió que «la no política es una política de comunicación». El proyecto político actual «no tiene una política de comunicación, pero sí tenemos una política muy rígida, muy poderosa y lesiva para el ejercicio de la democracia, que es una política partidista, gubernamental, que pierde de vista que lo público de ninguna manera puede ser privado. Cuando haces de los medios públicos sistemas de amplificación de tu manera de entender la vida, y de forzar a los otros para que caminen como tú piensas, estamos haciendo propaganda de gobierno».

¿Se agravó después del 28 de julio?

-Muy grave. Ha habido un aumento severo de la persecución de periodistas, medios y ciudadanos que montaron un tuit. Las nuevas tecnologías permiten hacer rastreos en muestras enormes, y detectar que un ciudadano en Guárico dijo algo «no pertinente» y aplicarle «operación tuntún». Las técnicas de vigilancia del Estado sobre los ciudadanos se han refinado de una manera, que hace casi imposible que hagamos cosas sin que el Gran Hermano se entere. Todos vivimos el 28 de julio, nosotros sí sabemos lo que pasó. La necesidad de construir otra verdad hace que tomen medidas extremas para tratar de silenciar eso, pero el agua que va por debajo de las hojas no se silencia.

Antes y después del 28 de julio

María Gabriela Colmenares analiza que sí hay políticas de comunicación, pero no favorecen la libre expresión y la participación, sino que se instrumentan desde el poder; es decir, del Estado hacia abajo. «Y creo que por esa razón tenemos este auge de organizaciones de la sociedad civil, organizaciones periodísticas, medios alternativos que buscan las vías para abrir un espacio en un ecosistema muy cerrado».

Reiteró que hay una estructura del Estado, y organizaciones que están «resguardando pequeñas parcelas».

Por: Agencia