Colombia y Ecuador son dos potencias hídricas con dependencia energética mutua. Pero una sequía prolongada vació sus reservas de agua y los dejó expuestos a una escasez inédita y racionamiento. ¿Cuáles son las razones de esta crisis?
1. Alineamiento climático nefasto
El calentamiento global y el crecimiento demográfico han menguado la disponibilidad del agua en las últimas décadas en dos países donde gran parte de la energía es de fuente hidroeléctrica.
Este año se sumó el fenómeno de El Niño, implacable y prolongado.
Los incendios en Colombia consumieron unas 17.100 hectáreas de vegetación en enero. En marzo y abril, las llamas arrasaron bosques en el centro del país, el Caribe y la Amazonía, una región cuya abundante humedad permite enfriar las temperaturas globales.
Ecuador atravesó también en esos meses un periodo «anormalmente seco«, según su organismo climático, y una sequía severa en la región cercana a los embalses de Mazar y Paute, provincia de Azuay (sur), un sistema que abastece al 38% de la demanda nacional de electricidad.
Ante esta situación crítica, Colombia cesó sus exportaciones de energía a Ecuador. La medida agravó la crisis en su vecino, que ordenó cortes diarios de energía de hasta 13 horas.
2. Embalses en rojo
Unos 10 millones de habitantes en Bogotá y alrededores tienen racionamiento de agua desde el 11 de abril.
Al mismo tiempo, las reservas hídricas del sistema energético nacional bajaron al récord de 30 % de su volumen útil. El embalse de El Peñol en Antioquia (noroeste), el más grande del país, registró niveles de hasta 25 %.
Las termoeléctricas pasaron entonces a operar a su máxima capacidad en su intento por abastecer a una población que, además, aumentó en 5 millones de personas en una década, según la autoridad estadística.
Reservas de agua de temporadas lluviosas y «un parque térmico en muy buenas condiciones» permitieron evitar los racionamientos de luz en Colombia, asegura Ismael Suescún, ingeniero eléctrico y profesor retirado de la Universidad de Antioquia.
En Ecuador, la represa de Mazar llegó a registrar niveles del 0 % de agua a mediados de abril.
El racionamiento de energía en ese país coincidió con una consulta popular que resolvió endurecer las leyes para enfrentar al narco.
El presidente ecuatoriano Daniel Noboa denunció un «sabotaje» y su gobierno insinuó que la represa de Mazar fue vaciada intencionalmente. Noboa ordenó militarizar las hidroeléctricas, despidió a la entonces ministra de energía y pidió investigarla por «traición a la patria«.
Imágenes cedidas a la AFP por la empresa de satélites Planet muestran un descenso sostenido en los niveles de agua de la represa entre enero y abril, en lugar de un declive brusco.
El lunes, el presidente colombiano Gustavo Petro anunció en su cuenta en X que su país estaba «a punto de volver a vender energía a Ecuador«, mientras los embalses colombianos mejoran sus niveles.
3. Infraestructura al límite
Para el consultor energético Jorge Luis Hidalgo, la crisis en Ecuador tiene un «pecado original«. En 2024, los subsidios en energía alcanzaron unos 3.000 millones de dólares, con un 16,6 % de ese presupuesto destinado a la electricidad.
Mineras y otras grandes empresas se benefician de tarifas eléctricas preferenciales, casi diez veces menores al precio que el Estado ha pagado por importaciones desde Colombia.
Para Hidalgo, el dinero que entra al país no alcanza para expandir la infraestructura, ni para «mantenimiento y operaciones«. Es un sistema que no deja «retorno de inversión«, explica.
Del lado colombiano, la infraestructura no ha sido ampliada al ritmo del crecimiento demográfico en un país de 50 millones de habitantes.
Petro fue criticado por desechar, por razones ambientales, la construcción de un nuevo embalse para agua potable cuando era alcalde de Bogotá (2012-2015).
En su cuenta de X, el mandatario defendió su decisión y culpó de la escasez al «gran proceso de urbanización y el incremento insostenible de demanda de agua«. Petro ha propuesto medidas alternativas, como el aprovechamiento del agua de las lluvias.
En Colombia, cerca del 5 % de la producción de electricidad proviene de fuentes eólicas y fotovoltaicas, un porcentaje bajo comparado con países como Chile, que en 2023 abasteció un 37 % de su demanda con energías renovables no convencionales.
En Ecuador, la dependencia del agua para crear energía es aún mayor, pues el 92 % «proviene de centrales hidráulicas, el 7 % de térmicas y el 1 % de fuentes no convencionales«, según el Ministerio de Energía y Minas
Por: Agencia