¿Sabías que las etiquetas, los prejuicios y los estereotipos limitan el desarrollo de nuestros hijos? ¿Sabías, además, que ellos nacen sin prejuicios y que somos nosotros, los padres, quienes nos encargamos de enseñarlos e influir en su manera de ser, de pensar, y por ende, en su desarrollo?
Las etiquetas son tan fáciles de poner, pero tan difíciles de quitar. Y de no controlar, ni tomar consciencia de ello, todos terminan comportándose en concordancia a la etiqueta que le han impuesto.
Por ejemplo, calificar a un niño de bueno o malo, de tranquilo o travieso, de carácter fuerte o dócil, algo que los adultos hacemos de forma rutinaria, sin detenernos a analizar los criterios y el patrón que utilizamos para medir un buen o un mal comportamiento, es una etiqueta que imponemos, sin medir las consecuencias que esto pueda generarle a largo plazo a nuestros hijos.
Pero quiero detenerme acá para cuestionarte, no en tu rol de padre, pero sí en el manejo de los conceptos. Por ejemplo, ¿qué hace que un niño sea etiquetado de bueno o de malo? Muchos tienden a ver la conducta buena o mala del niño en función de sus demandas, y llaman “niños malos” a los niños que demandan más atención y “niños buenos” a los que casi no nos molestan o nos interrumpen, ahora, piénsalo bien, ¿está bien encasillar por esos motivos a los niños?, no ¿verdad?
Lo cierto es que los niños nacen sin prejuicios y estereotipos, estos se van inculcando según la influencia de su entorno, de la familia y amigos, de los medios de comunicación y de la educación recibida.
Los hijos aprenden de los padres, somos nosotros quienes determinamos su manera de ser y de pensar. Su personalidad se moldea con base en los valores que le trasmitimos, por lo que está en nuestras manos, como padres, educarlos en valores, sin odios, respetando las diferencias, promoviendo la libertad y la tolerancia.
Pero, precisemos sobre los prejuicios. El prejuicio es una especie de rumor cultural que se expande como un chisme o una mala noticia, que señala y daña el buen concepto que se pueda tener de alguien.
La buena nueva es que puedes tomar consciencia de ello y enmendar, ¿cómo hacerlo?, acá quiero compartir contigo unas sencillas claves que puedes poner en práctica en tu hogar para garantizar el desarrollo de tus hijos como niños sanos, libres de prejuicios y de odio:
El ejemplo empieza por casa. Un niño aprenderá a ser tolerante y respetuoso si tú, como papá o mamá, le dan el ejemplo en casa de ser respetuoso y tolerante. No es compatible ni coherente, exigirle al niño respeto, cuando están todos sentados a la mesa de su casa y lo único que surge en la conversación son chismes, ofensas y comentarios negativos en contra de otras personas.
Ten en cuenta que las ofensas, bromas o comentarios desagradables sobre otras personas pueden transmitirle a tu hijo odios sobre determinados grupos sociales. Muy por el contrario, si tu hijo te percibe respetuoso y tolerante hacia los demás, lo más seguro es que siga tu ejemplo.
Haz que tolerancia e igualdad sean conceptos familiares para los niños. Conversa con tus hijos de forma abierta sobre la tolerancia, sobre lo importante de aceptar a sus amigos tal cual son, a aprender a aceptar y respetar las diferencias.
Háblale de otras costumbres. La religión, el país de origen y la ideología marcan quienes somos, las costumbres y hábitos que tenemos en nuestros hogares, por lo que es importante hablar con nuestros hijos sobre otras culturas y religiones. Despertar en ellos la curiosidad por otros países, con lecturas, degustaciones de comidas e ingredientes otros países, mostrarle películas que le enseñen otros idiomas y formas de pensar.
Busca lectura para tus hijos con el concepto de igualdad como moraleja. Los cuentos infantiles son una vía expedita de aprendizaje. Existen muchos cuentos cuyo mensaje se centra en la igualdad y la inclusión y que pueden enseñarle al niño a ser tolerante. Por ejemplo, Alicia en el país de las maravillas, Mi villano favorito, Robinson Crusoe, entre otras tantas historias maravillosas.
Cambia a clave positiva. Sin crear comparaciones y distancias entre tus hijos, enfócate en motivarlos con palabras como inteligente, listo, valiente, responsable, y desecha las etiquetas negativas, como torpe, miedoso, llorón, perezoso, amargado y comelón, entre otras.
Ten en cuenta que encasillar a tus hijos es literalmente cortarles las alas de su desarrollo, porque los encasillas y limitas en función de la etiqueta que le has creado. Cometes un error cuando etiquetas al niño por su carácter, sus resultados o sus habilidades físicas e intelectuales.
El propósito que debes tener como todo padre es educar a tus hijos lejos de los prejuicios y estereotipos, para ello debe prevalecer la observación de su actitud ante el mundo y promover en casa los valores de tolerancia, respeto, equidad y aceptación de la diversidad.
Sigue estas claves, pero sobre todo, analiza y revisa tu conducta frente a tus hijos, recuerda que tu construyes el molde para su pleno desarrollo. Ahora bien, si en esta revisión sientes que necesitas el apoyo y guía de un psicólogo, no pierdas el tiempo, contáctalo, este te brindará todas las herramientas que requieras para forjar a tus hijos como personas felices y plenas, libres de etiquetas y odio.
Por Jenny La Rotta