La Iglesia católica denunció este miércoles una crisis humanitaria en la frontera sur de México ante una nueva oleada migratoria, que en días recientes saturó los servicios de asilo y ha provocado estampidas humanas.
El padre César Augusto Cañaveral, responsable de la Pastoral de Movilidad Humana en Tapachula, en el límite de México con Guatemala, aseguró en conferencia que el país requiere ayuda internacional porque la migración es un fenómeno global.
“Estos éxodos masivos han creado un desafío para los gobiernos. El tema aquí en Tapachula es que la respuesta no ha sido eficaz en temas de derechos humanos. Aunado a esto el gobierno ya no tiene cómo dar respuesta a estos nuevos éxodos migratorios”, manifestó.
El sacerdote alertó de una nueva oleada migratoria que viene de Panamá hacia México, que en los últimos días afronta episodios como la suspensión de más de 60 trenes de carga por la presencia de más de 4.000 migrantes en vías o carros ferrovarios.
Además, el flujo migratorio que pasa por el país hacia Estados Unidos ha repuntado tras la caída inicial que provocó en mayo pasado la expiración del Título 42 estadounidense, según reconoció el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Tan solo el lunes pasado, un grupo de cerca de 6.000 migrantes, en su mayoría de Haití y Cuba, realizaron una estampida en la oficina de Comar en Tapachula.
Los migrantes afrontan violencia en el país, como el venezolano Néstor Herrera, quien en la conferencia pidió al Gobierno mexicano que lo deporte porque se ha enfrentado a muchas cosas.
“Quizás en un momento pensé en el sueño americano, pero ahora me arrepiento, por todo lo que ha pasado en la ruta desde Panamá hasta Guatemala, siempre tuve en la mente de llegar México para tener un regreso humanitario”, indicó.
La hondureña Kelly Yamilet Ortega huyó embarazada de su país junto a su familia, por la extorsión y amenazas de muerte de las pandillas que le pedían dinero de su negocio, por lo que pidió comprensión a las autoridades mexicanas.
Tras huir de su país, llegaron a Tapachula, donde en el albergue Belén encontraron techo, comida, atención médica y esperan la respuesta de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar).
“Nosotros somos una familia cristiana, oramos y le pedimos al Señor qué podíamos hacer, lo único que nos quedaba era salir de nuestro país e irnos a un lugar donde nuestra familia, hijos y nuestra vida estaba a salvo”, expresó.
Cañaveral Pérez lamentó que vienen migrantes mal informados de su país de origen porque hay organizaciones que los engañan.
Cuestionó que el discurso del Gobierno federal sea de una migración ordenada, pero «eso no existe».
Por Agencia