viernes, noviembre 22

La lucha contra la sequía está acabando con las granjas piscícolas en Irak

Rodeado de campos y majestuosas palmeras, Omar Ziad contempla lo que queda de su granja piscícola: tierra árida y agrietada. Frente a una sequía devastadora, las autoridades iraquíes están cerrando estos estanques de crianza de peces para ahorrar agua.

Irak está viviendo su cuarto año consecutivo de sequía extrema, lo que le ha obligado a tomar decisiones para cubrir las necesidades de agua potable y de riego del país.

Para preservar sus reservas, el gobierno está regulando drásticamente ciertos usos, y se ha embarcado en una caza de prácticas ilegales que antes se toleraban.

Desde mayo, están en la mira de las autoridades las granjas piscícolas.

Así fue como Omar Ziad vio llegar a su pueblo, Al-Bu Mustafa, a funcionarios del ministerio de Recursos Hídricos que cerraron los siete estanques de la granja familiar.

«Llevo trabajando en este sector desde 2003«, dijo este hombre de 33 años, que también es profesor. «Éramos socios con mi padre y mis siete hermanos. Nos repartíamos los ingresos«.

Los estanques, que albergaban hasta 50.000 peces, generaban entre 1.300 y 2.600 dólares al mes. Criaban carpas, el pescado que los iraquíes asan a la parrilla para preparar el «masgouf», el plato nacional.

«Proponíamos pescado a buen precio«, aseguró Ziad. Con el cierre de las granjas, el precio del kilo de carpas se ha duplicado y supera los 8.000 dinares (6 dólares), añadió.

De los 80 estanques que había en el pueblo, sólo cinco se salvaron porque sus propietarios tenían los permisos necesarios, según Ziad.

«Reservas estratégicas»

En Irak, un país de 43 millones de habitantes, la situación hídrica es preocupante.

El caudal de los ríos Tigris y Éufrates ha descendido a niveles alarmantes debido a la falta de lluvias y a las temperaturas extremas. Y también, según Bagdad, a causa de las presas construidas aguas arriba por Turquía e Irán.

«Las reservas estratégicas de agua en Irak están en su nivel más bajo» desde hace casi un siglo, advirtió el portavoz del ministerio de Recursos Hídricos, Jaled Chamal. Según él los iraquíes tienen parte de culpa por sus «prácticas de irrigación» que consumen mucha agua.

Para Chamal, la campaña contra las granjas piscícolas «en situación irregular» está justificada porque estos estanques «aumentan la superficie de agua sujeta a evaporación«, provocan «filtraciones» al subsuelo y son fuente de «contaminación ambiental«.

De las 5.000 granjas «sin licencia» existentes en el país, la mitad han sido cerradas, dijo Chamal a la AFP. Sin embargo, señala que las autoridades toleran las granjas móviles sumergidas en los ríos.

«Abandonar la profesión»

Antes de la campaña lanzada por las autoridades en mayo, Irak producía casi un millón de toneladas de pescado al año. La producción ha descendido a 190.000 toneladas desde el inicio de la campaña, declaró en la televisión estatal, el presidente de la Asociación de Productores de Pescado de Irak, Ayad al-Talibi.

Según él, el sector representaba dos millones de empleos. «Todas estas familias van a emigrar a las ciudades«, advirtió.

En el extremo sur de Irak, el reto para los pescadores es la salinidad del Shatt al-Arab, el río donde se unen el Tigris y el Éufrates antes de desembocar en el Golfo.

Cada verano, el caudal de agua dulce procedente del norte disminuye, dejando que el agua del mar se precipite en el lecho del río.

En su barca mecida por las aguas del Shatt al-Arab, Khdeir Aboud, de 71 años, lucha con sus redes.

Antes, el agua dulce traía «todo tipo de peces«, recuerda este septuagenario de barba blanca. «Pero con el agua salada, ya no queda nada«.

Actualmente su pesca le genera apenas siete dólares. «No es suficiente para mantener un hogar«, dice. «La mayoría de pescadores han abandonado la profesión. Ya solo quedamos algunos viejos«.

Por: Agencia