lunes, noviembre 25

Madres no biológicas: Un lazo de amor que va más allá que la sangre

Cantaba Ricardo Aguirre en el año 1969 «madre sólo hay una», un concepto muy arraigado en una sociedad donde la progenitora es epicentro de la familia. Pero la realidad es que la madre no necesariamente es referente de «grito de agonía», pero si una palabra de amor, como precisamente cantaba El Monumental.

Así encontramos mujeres que, aunque no guardan un lazo biológico y tampoco pasaron por la sala de parto, si tienen tanto o más amor que dar como lo puede hacer una madre de hecho y de derecho. Casos hay muchos y un ejemplo palpable son aquellas mujeres que deciden adoptar un niño relegado, por una u otra razón, al sistema social administrado por el estado venezolano.

Otro caso es como el que vivió la periodista zuliana Joanna Barboza, quien nunca pudo dar a luz a hijos propios y al caer en cuenta de su situación volcó todo su amor a sus sobrinos y asumir un liderazgo maternal en su entorno laboral, aunque sin sospechar que la vida le daría la oportunidad de vivir con estos últimos todo lo que vive una madre.

“Asumir este rol no fue una elección, primero porque yo no pude ser mamá, biológicamente hablando, hice todo lo posible, todo lo humana y científicamente hablando (…). María José llegó a mi vida hace cinco años. Fue un caso muy particular porque su mamá estuvo muy grave en el momento del parto le daba un 30 por ciento de posibilidades de vida y dentro de la oración para atenderla y apoyarla para salvar su vida tuvimos que sacar a la niña del hospital y desde bebé está con nosotros”, contó.

Barboza, quien también trabaja como misionera de la Iglesia Católica y es la única mujer en un grupo de cuatro hermanos, jugó un papel importante en la formación de sus sobrinos, sin embargo, comenta que lo que vive con María José es todo lo que no experimentó con los hijos de sus hermanos con quienes comparte lazos de sangre.

“Con ella pude vivir cada paso de su vida en el tiempo que Dios quiera. Mi misión es que esté bien, salvarla, en el sentido de cómo está el mundo de hoy, protegerla, que tenga un buen ambiente, de que estudie, tenga principios, valores, todo lo que es tan importante en el niño. Es como llevarla para que tenga una vida sin perjuicios y que tenga los pies bien puestos sobre la tierra”, señaló.

Algo que Barboza y su esposo Felipe quieren que María José tenga claro es el papel que ellos juegan en su vida y quiénes son sus padres, para que las personas de afuera tengan claro que la niña tiene una familia.

“Ella tiene su mamá, tiene su papá, quien ahorita está Colombia trabajando, con quien no ha tenido una interacción. (…) Nosotros le hemos aclarado desde el principio que yo soy su madrina y él (Felipe). Eso roles lo hemos diferenciados para que no tenga rollo, para que no sienta que está abandonada porque ella tiene su familia”, aclaró la periodista, quien añadió que los reclamos que recibe la niña, con apenas cuatro años, son los de una hija porque también se percibe así.

Para la celebración escolar del Día de las Madres, María José insistió a su maestra que incluyera a “Yoya”, como cariñosamente llama a su madrina, en la fiesta por lo que ambas mujeres fueron a celebrar con la niña ya que las dos viven cerca la una de la otra. Este último detalle facilita muchas cosas en el desarrollo de la pequeña, pero eso no impide que la planificación de Barboza y su pareja sea en torno a la pequeña.

“Me llaman mami y me siento madre”

Liliana González es una orgullosa trabajadora del Servicio Autónomo Hospital Universitario de Maracaibo desde hace 26 años, de esos, 15 son al servicio de la fundación Innocens, organización sin fines de lucros, donde atienden a niños, adolescentes y mujeres embarazadas con VIH – Sida, que funciona en las mismas instalaciones del “gigante azul”.

Su labor en el centro asistencial es atender emergencias de la salud, y orientar a madres al cuidado de sus niños. No está casada ni tiene hijos y como muchos llegó al hospital con una emergencia de su mamá.

“Me tocó vivir una situación bastante fuerte con la hospitalización de mi mamá en el área de oncología. Sufrí mucho, un área muy dura y lloraba mucho escondida de mi mamá para que ella no se deprimiera más. El día de su intervención dije, señor al salir de todo esto voy a dedicarme a toda esa gente desorientada que no conoce nada en este hospital y así lo he cumplido. Como paramédico trabajo con adultos y niños, solo que estoy asignada al área pediátrica”, confesó González.

Sus inicios fueron duros, pues no conocía nada y a nadie. Recuerda haber sido maltratada porque lloraba mucho, sin embargo, dedicó tiempo y esfuerzo a estudiar medicina de emergencia para ser la mejor y eso rindió sus frutos porque hoy es querida y respetada.

“Yo me siento una madre, yo soy la madre de todo aquel niño que ayudo a recuperar su salud. Soy madre de mis amados sobrinos, ayude a su crianza y me llaman mami”, asegura la mujer.

Añadió que también asume labores casi que maternales con las otras madres que tocan sus puertas en busca de orientación al punto que en muchos casos los lazos perduran puertas afuera del centro clínico.

“Hay muchas madres que se encariñan, porque muchas no tienen la ayuda y comprensión. Y sí les ayudo, hay muchas con dificultades para su alimentación y también son como unas hermanas, o sea como si fueran familia. Me siento muy querida. Es que hay madres muy jóvenes desorientadas y también a veces me toca regañarlas cuando no me hacen caso”, destacó.

Al Hospital Universitario de Maracaibo siempre llegan a casos difíciles y tristes que aún la hacen llorar por lo que el carácter se debe imponer ya que, como recalcó, “orientar es tan importante” porque te ayuda a saber qué hacer, a dónde ir.

“Yo no tuve eso, me tocó sola aprender, y mientras aprendía sufrí y lloré por eso no quiero nunca que nadie sufra y llore desorientado. Soy de las que si doy una orden de rayos x pregunto si sabe dónde es, y si no sabe le explicó cómo llegar o si tengo que ir para esa área me voy con el paciente o familiar a decirle dónde es y que no se pierda. Yo viví perdida dentro del hospital, no sabía dónde era nada”, puntualizó.

 

Por: José Manuel Sánchez / Foto: Cortesía