sábado, noviembre 16

El papa afirma que hay resistencias terribles a la aplicación del Concilio Vaticano II

El papa Francisco cree que aún hay resistencias terribles a la aplicación del Concilio Vaticano II, y que el peligro en la Iglesia es el atraso, la reacción contra lo moderno, según dijo durante una conversación con los jesuitas en su reciente viaje a Hungría y cuya transcripción fue publicada hoy en la revista de la Compañía de Jesús, Civiltà Católica.

«Sé que el Concilio aún se está implementando. Se tarda un siglo en asimilar un Concilio, dicen. Y sé que las resistencias son terribles. Hay un restauracionismo increíble», dijo Francisco.

Y agregó: «El flujo de la historia y la gracia fluye hacia arriba y hacia abajo como la savia de un árbol que da frutos. Pero sin este flujo sigues siendo una momia. Yendo hacia atrás, la vida nunca se conserva».

Atraso contra lo moderno

Explicó que el peligro hoy para la Iglesia es el atraso, la reacción contra lo moderno. Es una enfermedad nostálgica.

«Por eso he decidido que ahora es obligatorio obtener la concesión de celebrar, según el Misal Romano de 1962, para todos los sacerdotes recién consagrados», añadió.

«Después de todas las consultas necesarias, lo decidí porque vi que esa medida pastoral bien hecha por Juan Pablo II y Benedicto XVI estaba siendo utilizada, ideológicamente, para retroceder. Era necesario detener esto, que no estaba en la visión pastoral de mis predecesores», justificó.

El papa limitó la celebración de la misa en latín con la carta apostólica «Traditionis custodes» aprobada el 16 de julio de 2021, una medida muy criticada por un sector conservador y tradicionalista de la Iglesia.

El Concilio Vaticano II se desarrolló desde 1962 hasta 1965 e introdujo varios cambios en la Iglesia y en la liturgia para adecuarse a los nuevos tiempos.

Pregunta fuerte

Francisco también respondió a una pregunta sobre si se puede perdonar a los abusadores: «No es nada fácil. Hoy hemos entendido que la realidad de los abusos es muy amplia: hay abusos sexuales, psicológicos, económicos, con migrantes… Te refieres a abusos sexuales. ¿Cómo acercarnos, cómo hablar a los maltratadores por los que sentimos asco? Sí, estos también son hijos de Dios, pero ¿cómo se puede amarlos? Tu pregunta es muy fuerte».

Y añadió: «El abusador debe ser condenado, en efecto, pero como hermano. Condenarlo debe entenderse como un acto de caridad».

«Hay una lógica, una forma de amar al enemigo que también se expresa de esta manera. Y no es fácil de entender y vivir. El abusador es un enemigo. Cada uno de nosotros siente esto porque nos identificamos con el sufrimiento de los abusados», indicó.

«Incluso hablar con el abusador nos da asco, no es fácil. Pero ellos también son hijos de Dios y se necesita atención pastoral. Merecen un castigo, pero también un cuidado pastoral. ¿Cómo hacerlo? No, no es fácil. Tienes razón», concluyó.