El sexto capítulo de The Mandalorian es una singular mirada a la misión de Bo-Katan Kryze de reunificar a los suyos. Cuenta con más de una aparición sorpresa y hace un recorrido extenso por la historia mandaloriana.
Un pacífico carguero Quarren atraviesa el borde medio de la galaxia cuando es interceptado por una nave fortificada. Se identifica como una Imperial, pero guarda un secreto. Las primeras escenas del sexto capítulo de la tercera temporada de The Mandalorian dejan claro que una amenaza que recorre los lugares inexplorados del cosmos. Las fuerzas mandalorianas expatriadas, sin líder pero con todo el poder de su cultura, se han convertido en mercenarios sin credo ni lealtad.
El guion de Jon Favreau muestra que el pueblo de Mandalore no es inofensivo y nunca lo fue, por lo que no será sencillo reunificar sus ambiciones bajo una sola bandera. Algo que choca contra las intenciones de Bo-Katan Kryze (Katee Sackhoff) de lograr un cese de hostilidades entre sus compatriotas. Pero, ¿cómo hacerlo? La cultura de los guerreros con caso de beskar es belicosa e incontrolable. Mucho más cuando la ruptura de sus ideales los han convertido en errantes por los confines de la naciente y todavía inestable democracia interestelar.
El argumento de The Mandalorian plantea por primera vez una disyuntiva preocupante. A pesar del sable negro, la reaparición del Mythosaurio e, incluso, la buena voluntad de la colonia en Nevarra, no es probable que su pueblo pueda permanecer unido. ¿Podrá el solo liderazgo de Bo-Katan conseguirlo? ¿Necesitará algo más que su reconocida herencia para hacerlo? La historia avanza entonces hasta un lugar inesperado.
El mandaloriano Axe Woves (Simon Mario Kassianides) es un renegado entre los suyos. Es honorable, a cambio de unas cuantas monedas, como repiten sus seguidores. A la vez, es el responsable de tomar la flota de Bo-Katan en beneficio propio. La princesa heredera decide ir en su búsqueda al planeta independiente Plazir-15, en un intento de comenzar su ímproba tarea de reconstruir su civilización. El grupo ahora protege al planeta, custodios contratados por un bien mayor.
Pero ha elegido el objetivo más complicado. El grupo de cazarrecompensas es ya temido en el borde medio por sus alianzas y por haber perdido sus ideales en favor de los créditos que puedan conseguir. El argumento del episodio de The Mandalorian planea con cuidado la disyuntiva de una cultura poderosa fragmentada por la tragedia. Los hijos de Mandalore, antes conocidos por sus virtudes, ahora son temidos por sus capacidades. En compañía de Din Djarin (Pedro Pascal), la heredera busca a Woves, pero sabe que no será bien recibida.
Plazir-15, en apariencia un enclave inofensivo, resulta ser un lugar en el que un tipo de control eficiente puede ponerles a ambos en peligro. La cámara de Bryce Dallas Howard muestra la bonanza del mundo desconocido desde una óptica fría y amenazante. ¿Qué esconden sus elegantes cúpulas, protegidas por androides y tan inaccesibles como para necesitar todo tipo de comprobaciones de identidad? Bo-Katan y Mando comienzan a sospechar que, quizás, han llegado a una trampa sin saberlo.
Pero la opulenta civilización que resguardan los mercenarios mandalorianos tiene sus propios secretos. La realeza, encabezada por el capitán Bombardier (Jack Black), conoce sus límites y sus peligros. Los droides imperiales, en apariencia reprogramados para la protección cívica, se han vuelto agresivos.
De modo que les proponen un trato. Los desesperados líderes de Plazir-15 ofrecen a Bo-Katan el reconocimiento del sistema planetario al que pertenecen a cambio de su ayuda con los robots rebeldes. Debido a la pacificación, los mercenarios no pueden entrar a la ciudad. Pero sí el dúo de guerreros, que lleva armas como parte de sus tradiciones. Un servicio de buena fe y un intercambio monetario que podría abrir a Mandalore un lugar en la Nueva República. Un plan que Bo-Katan acepta a regañadientes.
El comisario Helgait, jefe de seguridad, explica con detalle la grave situación que atraviesan. Bo-Katan escucha. El hombre —interpretado por Christopher Lloyd en su esperado cameo en The Mandalorian— explora todas las posibilidades. Los droides fueron reprogramados, pero su misión originaria se impuso a las órdenes.
Finalmente, la estrategia será más complicada de lo previsto debido a la burocracia de Plazir-15. Bo-Katan y Mando encontrar a los rebeldes y enfrentarlos uno a uno. Lo que significará, sin duda, un riesgo impredecible contra un enemigo sin rostro.
El episodio de The Mandalorian atraviesa el mundo lujoso y sus peligros con cierto humor irónico. No obstante, hacia su segundo tramo, el guion pierde agilidad en beneficio de su exploración a los peligros invisibles que acechan a la pareja de guerreros.
Tal vez, uno de sus mayores problemas es que el argumento intenta abarcar varios puntos a la vez sin conseguirlo. Desde el riesgo omnipresente de los robots fuera de control, hasta la posibilidad de un encuentro con los mandalorianos renegados. La historia va de un lado a otro, sin concentrarse en ningún punto concreto. Al final, el culpable de la debacle de Plazir-15 es un enemigo interno. Sin embargo, la narración muestra que todos pueden ser adversarios en medio de la paz precaria de las ruinas del Imperio.
Por lo que la lucha contra las fuerzas de Woves es inevitable. El desafío se convierte en una pelea cuerpo a cuerpo que decidirá el futuro de los mandalarianos renegados. Lo que brinda la tan esperada solución intermedia al conflicto inminente entre Bo-Katan y Din Djarin. Este último reconoce que la líder salvó su vida en las aguas vivas del planeta destruido. Por lo que el Darksaber vuelve a pertenecerle.
El episodio de The Mandalorian cierra con el advenimiento de una nueva figura del poder. El sable de luz negra está en manos de su legítima dueña. Un paso adelante para que el pueblo de Mandalore recupere su antiguo esplendor.
Por:Agencia .