miércoles, diciembre 18

Mundial podría causar tensión política en Catar

Catar es un país fervientemente apolítico, donde la libertad de expresión y reunión está muy restringida, y sus numerosos trabajadores extranjeros pueden perder su sustento si causan algún desorden.

Sin embargo, esto podría cambiar el próximo mes, cuando 1,2 millones de fanáticos del fútbol, según proyecciones, visiten a la pequeña nación del Golfo Pérsico para asistir a la Copa del Mundo.

Las autoridades podrían enfrentar reivindicaciones de derechos laborales, igualdad para la comunidad LGBTQ y otras causas en medio de la atención sin precedentes de los reflectores internacionales.

Quizá también tengan que lidiar con personas ebrias y actos de vandalismo en un país conservador islámico, donde esas conductas son un tabú y prácticamente no ocurren.

Catar ha tenido más de una década a fin de prepararse para el torneo que durará un mes a partir del 20 de noviembre y no ha reparado en gastos gracias a sus reservas de gas natural que lo convierten en uno de los países más ricos del mundo.

La nación tiene ya cierta experiencia reciente como anfitriona de grandes competiciones deportivas internacionales.

Pero nada se compara a la Copa del Mundo.

Un emirato desértico y tranquilo 

Catar, la primera nación árabe o islámica que organiza una Copa del Mundo, es atípica por su riqueza y estabilidad política en la conflictiva zona del Medio Oriente.

Los ciudadanos cuentan con asistencia social desde la cuna hasta la tumba, financiada con la riqueza gasífera del país.

Los trabajadores extranjeros conforman más de dos tercios de una población de menos de tres millones de personas y representan 95 % de la fuerza laboral.

Catar, sede del canal pan-árabe Al Jazeera, ha financiado a grupos islamistas en toda la región, pero al interior de sus fronteras hacer política es una actividad casi inexistente.

El poder se concentra en un emir hereditario, la crítica a la autoridad está muy restringida y los grupos orientados a la política están prohibidos.

La organización Freedom House, con sede en Estados Unidos y que analiza los cambios y retrocesos democráticos en el mundo, ha clasificado a Catar como una país “sin libertades”.

Las autoridades de Catar han dicho que las fuerzas de seguridad actuarán con tacto durante la Copa del Mundo, tolerarán infracciones menores como andar ebrio en la vía pública y sólo intervendrán en caso de violencia, destrucción de propiedad y amenazas a la seguridad pública.

Se alientan los puntos de vista divergentes y los fanáticos podrán expresarse libremente durante la Copa del Mundo, como ha sucedido en otras competiciones en Catar”, dijo un funcionario local que solicitó el anonimato de acuerdo con las normas oficiales.

Kristian Ulrichsen, experto en asuntos del golfo Pérsico en el Instituto Baker para Políticas Públicas en la Universidad Rice, prevé que Catar “tolerará casos de activismo durante la Copa del Mundo, en especial si no se relacionan con asuntos políticos o geopolíticos”.

La policía catarí se ha estado preparando con sus contrapartes internacionales, entre ellas la de Gran Bretaña, y se ha concentrado en aspectos como el control de multitudes y la intervención para apaciguar, no exacerbar, situaciones volátiles”.

Trabajadores silenciados

La Copa del Mundo ha atraído la atención a lo que grupos defensores describen como las condiciones de explotación que enfrentan muchos trabajadores extranjeros, entre ellos los que han participado en la construcción de estadios e infraestructura.

Catar ha modificado sus leyes laborales en los últimos años para desmantelar gran parte de su tradicional sistema kafala, que vincula a los trabajadores con sus empleadores. También impuso el salario mínimo mensual de un equivalente cercano a 275 dólares.

Sin embargo, los activistas aseguran que es necesario hacer más para garantizar que los trabajadores reciban su paga a tiempo y se les proteja de otros abusos.

Los trabajadores extranjeros tienen prohibido formar sindicatos y carecen de derechos políticos.

Al menos 60 trabajadores fueron arrestados en agosto por protestar contra el impago de sus salarios. Un guardia de seguridad keniano que escribió anónimamente sobre la situación de los empleados extranjeros estuvo meses detenido y fue multado el año pasado antes de irse del país.

Diversas federaciones de fútbol han presionado a Catar en el ámbito de los derechos laborales. La Asociación Inglesa de Fútbol dijo que sus jugadores se reunirán con trabajadores migrantes a los que se invitará a los entrenamientos.

LGBTQ: Tolerancia con límites 

La ley catarí prevé una pena de uno a tres años de prisión por “inducir, instigar o seducir a un hombre… para que cometa sodomía”. Otras leyes prevén hasta siete años de cárcel a quien “copule” con un hombre o mujer mayor de 16 años “sin coacción, fuerza ni artimaña”.

Pocos prevén que esas leyes se apliquen a los fanáticos del fútbol visitantes, pero no está claro cómo las autoridades abordarán las exhibición públicas de afecto —un tabú incluso entre parejas heterosexuales— y la defensa pública de los derechos LGBTQ.

Que reserven una misma habitación, duerman juntos, eso es un asunto que no nos concierne”, dijo en abril a The Associated Press el general mayor Abdulaziz Abdullah Al Ansari, una alta autoridad que supervisa los preparativos de seguridad.

Sin embargo, el general hizo una controvertida declaración en la misma entrevista cuando dijo que las banderas arcoíris podrían ser quitadas a los fanáticos para protegerlos de alguna agresión.

Que vean el partido. Ahí esta bien. Pero que no se venga ni se insulte a toda la sociedad con esto”, dijo.

Catar ha sido blanco de críticas en foros públicos por criminalizar la homosexualidad. Ocho de 13 selecciones europeas que asistirán a al Copa del Mundo han pedido a la FIFA permiso para que sus capitanes porten brazaletes arcoíris como parte de la campaña “One Love”.

Alcohol y desorden 

Catar es menos estricto que otras naciones del golfo Pérsico en cuanto al alcohol, pero su venta por lo general está restringida a hoteles y restaurantes.

Andar ebrio en público es tabú en el país islámico y los infractores pueden ser encarcelados o deportados.

Durante la Copa del Mundo se venderá cerveza en los estadios y las zonas donde podrán concentrarse los aficionados. Las autoridades afirman que se tolerará la ebriedad mientras no ponga a nadie en peligro. Pero podría haber consecuencias si las cosas se salen de control o si la fiesta abandona los lugares designados.

Catar podría enfrentar el problema, a menudo inherente, de la rivalidad entre los hinchas. Las fuerzas de seguridad locales tienen poca experiencia para enfrentar la violencia de los fanáticos que históricamente ha acompañado a los partidos importantes en Europa.

Los partidos entre Honduras y El Salvador provocaron la infame “Guerra del Fútbol” entre ambos países en 1969, y una recordada colisión entre jugadores de Francia y Alemania Occidental en la Copa del Mundo de 1982 derivó en un importante incidente diplomático.

Rusia fue excluida del fútbol internacional por su invasión a Ucrania, cuya selección quedó fuera en la eliminatoria. Pero no pueden descartarse las tensiones en torno a este u otros conflictos.

La policía Catar no actuará sola en caso de disturbios de gran escala.

Turquía, que tiene más experiencia en casos de crispación política, planea enviar 3.250 policías, incluidas fuerzas de operaciones especiales y artificieros, que colaborarán con Catar en el mantenimiento de la seguridad.

Turquía dará instrucción a cientos de efectivos de seguridad de Catar.

Por: Agencia