El próximo cumpleaños del prócer zuliano Rafael Urdaneta permite hacer algunas breves reflexiones sobre él, su familia, su circunstancia, y la obra del último presidente de nuestra patria original pensada y alumbrada por Simón Bolívar, El Libertador: Colombia.
Es una circunstancia bien coincidente que el último presidente de Colombia, despachando desde Bogotá, capital que obligaron las circunstancias de la guerra, haya nacido en Maracaibo, lugar que el mismo Bolívar propuso como capital en la Carta de Jamaica de 1815, para su patria, que incluía a Quito, actual Ecuador, Venezuela, Nueva Granada y la hoy Panamá.
Imaginamos a Rafael Urdaneta, bandeándose entre diferencias e intrigas para cumplir la instrucción de Simón Bolívar y mantener la unidad de la naciente república, conocedor de las veleidades y vaivenes de la sociedad de la recién entonces capital virreinal. Recibiendo las noticias de la fragmentación que se impulsaba desde Quito, desde Valencia y en la propia Bogotá.
Integró con su esposa, doña Dolores Vargas de Urdaneta y sus hijos, lazos permanentes que se mantienen entre nuestros pueblos. Relación que se han esforzado por separar las élites egoístas de nuestras naciones.
Dolores fue una mujer insigne, hija del independentista José Antonio Vargas e Ignacia Paris Ricaurte, sobrina de Antonio Ricaurte, cuyo destierro tras el asesinato de su abuelo José Martín París Álvarez y de su padre, mártires de la Reconquista de Nueva Granada, le merecieron el reconocimiento de heroína.
Ricaurte se inmortalizó en San Mateo, en los Valles de Aragua, «…en átomos volando…«, lo canta una estrofa el himno de Colombia.
La unidad gran colombiana es una herencia que nos dejó Urdaneta. Integrado con Bolívar de manera profunda, interiorizó, incluso en lo familiar este mandato de la historia y de la geografía. La presencia de Antonio Ricaurte, de Atanasio Girardot (muerto envuelto en la bandera tricolor en la Batalla de Bárbula) en las guerras por la independencia de Venezuela, posiblemente tienen que ver con ese arraigo que entendió Rafael Urdaneta e hizo parte de su vida, junto a Dolores, fiel y digna, soporte de su estabilidad emocional y del cumplimiento de sus propósitos e idearios de libertad, hogar donde procrearon once hijos y donde surgió una familia patriota, dispuesta a sacrificarse por los postulados de la gesta revolucionaria.
Cuentan los historiadores que Dolores, la más linda de las jóvenes, fue seleccionada por su gracia para colocar en las sientes del libertador Simón Bolívar, la corona de laureles que le otorgaba Bogotá, después del triunfo en Boyacá.
Hoy día, los restos de Rafael Urdaneta reposan en el Panteón Nacional, en justo reconocimiento a sus triunfos y heroicas batallas en pro de la independencia. Los restos de Dolores Vargas de Urdaneta permanecen en el Cementerio General del Sur en Caracas, Sería muy oportuno que nuestra patria, noble generosa, nuestro gobierno, bolivariano, unionista, nos planteáramos traer al Panteón Nacional a esa bogotana que fue ejemplo de vida, ejemplo de familia, ejemplo de mujer, madre y compañera inseparable del Brillante soldado zuliano, venezolano, Gran Colombiano que es Rafael Urdaneta. Que bueno sería que dos presidentes bolivarianos, hicieran este gesto de unidad gran colombiano necesario.
Justicia es que esté en el Panteón de los héroes de nuestra patria, Dolores Vargas de Urdaneta.
Francisco J. Arias Cárdenas
fariascardenas@gmail.com