viernes, noviembre 22

Ecoparques del Zulia

La consciencia de la importancia de lo nuestro, de los paisajes, de la naturaleza, de los árboles, especialmente de nuestro clima, tan cálido como el zuliano, nos obliga a apreciarlo y para buscar alternativas, más allá de los ventiladores o de la locura de los aires acondicionados que se han convertido en una necesidad que «condiciona» la vida de los ciudadanos. Bien decía Simón Rodríguez, que a partir de lo nuestro, es como podemos construir nuestras propias realidades, que el ser originales es apreciar y trabajar con lo que tenemos.

¿Cómo ayudar para mejorar la temperatura con medios que estén a nuestro alcance? ¿Cómo disfrutar de la cálida realidad de este clima que nos mantiene con los poros abiertos todo día y nos obliga paran buscar la sombra de cualquier elemento, animado o inanimado, en cada espacio que lo permite?

Sembrar amor y admiración, especialmente en jóvenes y niños por las cosas diarias y sencillas, cosas extraordinarias, que están frente a nosotros diariamente y terminamos por no apreciar de la compañía permanente que nos dan.

Sirve como una forma adecuada la ruta de los ecoparques para desarrollar amor por la naturaleza y acercarnos a lo sencillo y esencial que nos rodea de manera armónica.

Lenin Cardozo, Mariela Quintero, los verdaderos y sensibles promotores de la Misión Árbol. Ellos, junto a muchos ciudadanos conscientes del estado, permitieron arrancar esta idea que con el apoyo de Rafael Colmenarez, con los autobuses del Metro de Maracaibo se hizo una deliciosa rutina dominical para centenares de familias del Zulia.

Ver los promotores de los ecoparques desde las seis de las mañanas en el parque La Marina y la gente con sus niños y sus viandas para el día, sin importarles los otros ciudadanos que estaban montados en la «Guarimba», era muy grato a nuestro espíritu.

Acuerdos con los alcaldes y con familias que hacen vida cerca de los espacios seleccionados pues los ecoparques solo tendrían permanencia si la gente se lo apropia, lo cuida y lo defiende. Así nacieron los primeros en la Guajira, en los ostrales de Pararú, un espacio para la vida conformado por 1.280 hectáreas de extraordinaria belleza, en pleno territorio ancestral wayúu. Luego en Mara, Los Acantilados Cacique Nigale, parque geológico de 15 hectáreas, de clima tropical semiárido, escenario ideal para la práctica de ciclismo y caminatas y el Parque Guacuco, conformado por una inmensa alfombra de conchas de caracoles, un bosque de manglar verde, con diversidad de aves y especies que pueden ser vistos en su recorrido a través de un puente colgante.

Y en Maracaibo, en Capitán Chico, Tierra de Ensueños, un bosque de manglares, donde el vecino, el pescador, los más jóvenes y ancianos con nuestra ayuda abrieron caminos, sanearon la costa y construyeron un puente, elaborado con material reciclado para recorrer este rincón de 1.5 kilómetros y dar conocer de cerca el hogar de los mapaches, cangrejos, aves y reptiles.

En Machiques la Cueva de Toromo, en la vía de kunana. Mágico lugar lleno de energía y espiritualidad ancestral custodiado por las verdes montañas. Mientras en la Costa oriental, el recorrido de plantas y especies xerófilas con Produsal, El Parque Recreacional Burro Negro, con su balneario y una extensa variedad de vegetación constituida de plantas aromáticas y medicinales. En el Consejo de Ciruma el Parque de Agua del Cardón con 92 hectáreas de bosque tropical, de árboles de gran tamaño como el Cabimo y el Algarrabo.
Cada ecoparque tiene su encanto y es una experiencia maravillosa para niños y adultos que van descubriendo bellezas y signos sencillos que hermanan con esta geografía tan rica y tan viva como es la que enmarca la gente y la tierra del Zulia.

Por: Francisco J. Arias Cárdenas / fariascardenas@gmail.com