En el agua burbujeante de los rápidos del río Congo, los wagenya aún escalan sus espectaculares andamios de madera para pescar, pero su corazón ya no está en ello, y los famosos pescadores acrobáticos de la República Democrática del Congo (RDC) sueñan con una hipotética llegada de turistas para sobrevivir.
Kalimo, un estudiante de 16 años, es hijo de un pescador. Con su bermuda colorida y camisa de palmeras, se acerca a los visitantes y les ofrece miniaturas de madera por 10 dólares, negociables.
Sus obras, igual que las realizadas por decenas de otros aldeanos, representan escenas de las técnicas de pesca tradicionales de la vida cotidiana de los wagenya, en el noreste de la RDC.
«Me ayuda a pagar los estudios«, dice el adolescente que quiere ser ingeniero.
Una vez pasado el portón que dice «Catarata Wagenya«, a 5 km del centro de Kisangani, la antigua Stanleyville y capital de la provincia forestal de Tshopo, Augustin Tangausi se presenta. «Pescador y siervo de Dios«, es un «notable del clan Binakulu«.
La comunidad, explicó, está organizada en tres clanes y cinco subclanes, y se supone que tiene un solo jefe consuetudinario, figura tutelar e interlocutor ante las autoridades, pero últimamente debido a las incesantes disputas, la investidura del nuevo líder está atrasada.
«Todo el mundo hace lo que quiere y no tenemos a nadie que defienda nuestros derechos«, lamenta el notable.
«Abandonados»
Acompañado de Sébastien Ngazi, «representante de los jóvenes«, Tangausi muestra «la pequeña pesquería» cerca de la orilla: unos cuantos postes de madera plantados en agujeros de la roca, unidos entre sí para formar un andamiaje al que se sujetan grandes redes con lianas que, sumergidas en la potente corriente, atrapan los peces.
Más adelante está la «gran pesquería«, explican los dos hombres. Pero ya no es como antes, cuando «había instalaciones por todas partes«.
En el pasado, el Estado «financiaba la construcción y reparación de los andamios«, pero «desde hace al menos 15 años estamos abandonados«, reclaman, lamentando también que «el bosque de la comunidad haya sido tomado por otros«, obligando a los pescadores a «ir más lejos para encontrar madera«.
«Este trabajo nos lo dejaron nuestros ancestros, tenemos que hacerlo pero es realmente difícil«, sostuvo Andjoipa Aluka, de 27 años y padre de dos hijos, quien dice haber notado una disminución en el número de especies de peces «porque no se respetan los períodos de descanso«.
«La gente viene a pescar alevines con mosquiteros para vivir, porque es difícil para ellos también«, dice el ágil y experimentado pescador, designado para demostrar los métodos de pesca Wagenya.
«La pesca no da, vivimos de los visitantes, de lo poco que nos dan«, declaró Augustin Issa Balabala, «gestor» del sitio, quien los invita a los turistas a sentarse en sillas plásticas colocadas bajo una cabaña de paja que, dice, fue construida por la cooperación belga hace unos 20 años.
Todo por hacer
Para ellos, la crisis del COVID-19 ha sido una catástrofe para la comunidad, que pasó dos años sin ver extranjeros.
Pero en los últimos meses han vuelto la esperanza y los proyectos. A comienzos del año, la ministra del Medio Ambiente visitó las cataratas y prometió una rehabilitación del lugar para acoger mejor a los visitantes.
«Estamos de acuerdo, queremos cabañas modernas, un restaurante, un hotel, tiendas, oficinas, un museo, un acuario (…) Y un frigorífico para los pescados«, detalla Augustin Tangausi.
«Somos un sitio turístico internacional, conocido mundialmente«, destaca, agregando con cautela que este proyecto debe convertirse en realidad.
«Se construirá un hotel que va a generar empleos y trataremos de mejorar la pesca«, afirmó Madeleine Nikomba, nueva gobernadora de Tshopo, para quien este proyecto forma parte de una serie de medidas destinadas a revitalizar la provincia y atraer turistas.
Por el momento casi todo está por hacer. Las carreteras son intransitables, no hay electricidad. Los «lugares de memoria«, en particular relacionados con el héroe de la independencia Patricio Lumumba, están en ruinas.
El zoológico está vacío y los visitantes se encuentran con una aglomeración indescriptible en el aeropuerto, que lleva años en reparación.
Pero la gobernadora asegura que la nueva terminal estará operativa pronto, la carretera nacional 4 será reparada, los lugares conmemorativos serán desarrollados y el zoológico será repoblado con animales.
Incluso el estadio Lumumba, cuyo terreno de juego es lamentable, tendrá pronto un campo artificial, sostuvo.
Por: Agencia