Cientos de manifestantes pudieron abandonar durante la mañana de este martes sus escondites en un céntrico barrio de Rangún que permaneció cercado por las fuerzas de seguridad toda la noche.
Los manifestantes, muchos de ellos mujeres que habían participado en las marchas con motivo del Día de la Mujer, quedaron acorralados en el barrio de Sanchaung, en el sureste de Rangún, después de que la Policía bloqueara todos los accesos a la zona a última hora de la tarde del lunes.
Las fuerzas de seguridad lanzaron granadas aturdidoras y dispararon en repetidas ocasiones mientras los manifestantes reclamaban a gritos que les dejaran salir.
Muchos de ellos se escondieron en casas de vecinos a la espera que la policía y los servicios secretos, que intimidaron a los residentes aporreando las puertas casa por casa, levantaran el asedio.
El cerco terminó alrededor de las 4.00 de la madrugada (21:30 GMT del lunes) pero algunos de los acorralados comentaron a Efe que aún esperaron hasta la salida del sol para abandonar sus escondites ante el temor de que la retirada fuera una treta de los uniformados.
Al menos 40 fueron detenidos durante el asedio, indicaron a Efe testigos, que señalaron que camiones militares abandonaron el lugar con los arrestados.
La tensión y la incertidumbre sobre lo que estaba sucediendo llevó a las embajadas de la Unión Europea, Estados Unidos, Reino Unido y Canadá a pedir al Ejército y a la Policía que permitieran a los cientos de manifestantes, en su mayoría jóvenes, abandonar la zona y volver a sus casas.
Al ser informado de esta situación de alta tensión, el secretario general de la ONU, António Guterres, exigió anoche a las autoridades birmanas la liberación de los manifestantes acorralados y pidió máxima contención a las fuerzas de seguridad.
La ONU volvió a insistir además en que se debe respetar el derecho a la protesta pacífica y que los manifestantes no deben sufrir ningún tipo de represalia.
Birmania (Myanmar) ha sido en las últimas semanas escenario de protestas masivas que reclaman a los militares que restablezcan la democracia, respeten los resultados de las elecciones de noviembre y liberen a todos los detenidos desde el levantamiento, entre ellos la depuesta líder Aung San Suu Kyi.
La represión por parte de las fuerzas de seguridad ha dejado más de medio centenar de muertos, con al menos tres fallecidos el lunes, en una jornada de huelga general para tratar de presionar a los militares.
Naciones Unidas alertó además de que la situación humanitaria en el país es crítica, dado que el golpe ha afectado a las operaciones de ayuda que deben apoyar a más de un millón de personas, incluidos unos 350.000 desplazados