lunes, diciembre 23

Inventario de Deja vu

Esto ya lo he vivido, pienso cuando veo la página del Word en blanco cada semana para echarles mi cuento semanal

Esto ya lo he vivido, piensan ustedes cuando se les va la luz, cuando el agua no llega o el mayor deja vu de estos tiempos. Cuando la plata no les alcanza.

Después de la trilogía de Robert Zemeckis de Volver al futuro sobre viajes en el tiempo, una de mis películas favoritas en ese género es Atrapados en el Tiempo o El Día de la Marmota (1993). En ella Bill Murray personifica a un arrogante pronosticador del tiempo que al salir de la cobertura de una fiesta tradicional de un típico pueblo estadounidense, con su equipo de televisión, son atrapados por una tormenta de nieve. A partir de allí es el mismo día una y otra vez.

En este país de resiliencias perennes por alguna razón paranormal, inexplicable e insólita, pareciera que llevamos repitiendo el mismo día desde hace más de 20 años.

Es como un hechizo del tiempo, dónde nos hemos acostumbrado, como la canción Muro del cantautor cubano Carlos Valera, que también canta Miguel Bosé sobre la incertidumbre y rutina de los cubanos frente al malecón de La Habana. Es una de las canciones más tristes que haya escuchado.

Mojas el pan

En el plato vacío

Y apagas el televisor

Abres la ventana

Y miras afuera

La ciudad te espera

En algún lugar.

Sales a la calle

Y llegas al muro

Dónde acaban todos

Dónde empieza el mar

Luna algo está sucediendo estoy sintiendo que está vez me están dejando solo al menos solo cómo la noche.

A estas alturas del contubernio todavía no sabemos la clave o el sortilegio para romper este bucle del tiempo y seguir con nuestras vidas.

Para mí, el General en jefe del deja vu, cinco estrellas papá, como dice mi pana Gustavo Aguado, es Claudio Fermín. Una especie de maestro Jedi del deja vu, sospechoso habitual de saltar al lado oscuro.

La última vez que le vi, me lo encontré en Caracas, en una arepera de Las Mercedes disfrutando de una catira (de pollo y queso amarillo mal pensados).

– Que bueno verte por aquí hermano- me saluda con su característica afabilidad.

Después de saludarle, le digo sin anestesia.

– Claudio. ¿Qué te paso?. Te tengo que decir de pana que no me gusta todo lo que has hecho últimamente.

El, impasible y sin perder la compostura frente a su arepa me dice.

– Eso es muy válido hermano. Yo siempre seré respetuoso de la opinión de mis amigos y adversarios- y se extendió en una larga explicación políticamente correcta que enfrió hasta su arepa a medio comer. Una clase magistral del deja vu perfecto. Tengo que admitirlo.

Que más se puede pedir a una vida real dónde los gobernantes y la oposición repiten el mismo día, una y otra vez.

Esperaré algún sortilegio. Me encanta esa palabra.

Por: Amos Smith