Unas diminutas y robustas partículas inmunitarias presentes en la sangre de las llamas podrían proteger contra todas las variantes del COVID-19, incluida ómicron, y contra 18 virus similares, entre ellos el SARS-CoV-2 y el SARS-CoV-1, origen del brote de SARS de 2003.
Un equipo de científicos dirigidos por la Facultad de Medicina Monte Sinaí de Nueva York publicó un artículo en Cell Reports en el que sugiere que estas moléculas de “superinmunidad”, conocidas como nanocuerpos, podrían servir para hacer aerosoles de acción rápida inhalables que podrían usarse en todo el mundo contra esta pandemia y otros virus.
Las llamas, camellos y alpacas tienen sistemas inmunitarios únicos: producen anticuerpos con una sola cadena polipeptídica en lugar de dos, y el resultado son unos anticuerpos que tienen aproximadamente una décima parte del tamaño de los normales y excepcionalmente estables.
Gracias a estas propiedades únicas, se pueden enlazar fácilmente varios nanocuerpos (como las cuentas de un collar) para que, si un virus intenta escapar mutando, otro nanocuerpo esté listo para mantenerlo a raya.
“Debido a su pequeño tamaño y a su amplia actividad neutralizadora, es probable que estos nanocuerpos de camélidos sean eficaces contra futuras variantes y brotes de virus similares al SARS”, afirma el autor principal, Yi Shi, de la Facultad de Medicina Icahn del Monte Sinaí.
«Su gran estabilidad, su bajo coste de producción y su capacidad para proteger las vías respiratorias superiores e inferiores contra la infección son elementos que podrían constituir una terapia fundamental para complementar las vacunas y los fármacos de anticuerpos monoclonales, siempre y cuando surja una nueva variante de COVID-19 o de SARS-CoV-3″.
Para hacer el estudio, los autores inmunizaron a una llama llamada “Wally” con el RBD, el fragmento o pico del virus que se adhiere a la proteína de la superficie de las células humanas para entrar y propagar la infección.
Así, descubrieron que la inmunización repetida con el RBD hacía que Wally produjera nanocuerpos que reconocían no solo el SARS-CoV-2, el virus que causa la COVID-19, sino una amplia gama de coronavirus, lo que los investigadores denominaron “superinmunidad”.
Después, el equipo aisló y validó un amplio repertorio de nanocuerpos antivirales muy potentes y eficaces contra un amplio espectro de virus similares al SARS.
«Aprendimos que el diminuto tamaño de estos nanocuerpos les confiere una ventaja crucial contra un virus que muta rápidamente”, explica el coautor Ian Wilson, del Scripps Research en La Jolla, California.
“En concreto, les permite penetrar más en los recovecos, rincones y grietas de la superficie del virus, y así unirse a múltiples regiones para evitar que el virus se escape y mute”, detalla.
A partir de esta información, el equipo diseñó un nanocuerpo ultrapotente que puede unirse simultáneamente a dos regiones de la RBD de los virus similares al SARS para evitar el escape mutacional.
La molécula resultante (PiN-31) es extremadamente estable que se puede administrar como un aerosol (inhalado o en spray), que el mismo equipo demostró en trabajos anteriores que puede ser eficaz contra el SARS-CoV-2.
“Aunque es necesario seguir investigando, creemos que los nanocuerpos ultrapotentes de amplia protección que hemos podido aislar en el laboratorio pueden aprovecharse para su uso en humanos”, defiende Shi.
Además, estos antivirales tan versátiles pueden producirse rápidamente en prácticamente cualquier lugar a partir de microbios como E. coli o células de levadura.
En el pasado, las terapias con nanocuerpos han demostrado ser clínicamente seguras y eficaces contra enfermedades humanas, como un trastorno de la coagulación de la sangre y el cáncer.
“Ganar la carrera contra la pandemia actual, así como contra futuros brotes virales, dependerá del rápido desarrollo y la distribución equitativa de un arsenal de tecnologías rentables y convenientes”, advierte Shi.
Por: Agencia