Tras 20 días hospitalizado por paludismo y presentar problemas pulmonares fray Nelson Sandoval, párroco de la misión de El Tokuko, en la subregión Perijá, partió al encuentro con Dios cuyo amor compartió con los pueblo indígenas en casi toda su carrera sacerdotal.
Sandoval nació 30 de octubre de 1970 en San José de Perijá, un poblado situado a 25 kilómetros de Machiques, estado Zulia. Luego de finalizar su bachillerato en 1988 se trasladó a la misión de El Tokuko regentada por la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos como aspirante, donde permaneció por un año.
Como parte de su preparación para ministerio sacerdotal, cursa estudios académicos en filosofía y teología en Caracas. La primera profesión religiosa el 11 de septiembre de 1995 en la solemnidad de Nuestra Señora de Coromoto, patrona de Venezuela, y la profesión perpetúa el 11 de septiembre de 1999, según detalla El Pitazo en un trabajo de 2020.
Se ordenó sacerdote en El Tukuko en el año 2000, pero es trasladado a la misión de Santa Teresita de Kavanayén en la Gran Sabana, al sur del país, con los indígenas pemones. Luego regresa por tres años a la misión de El Tukuko.
Fray Nelson Sandoval regresa a la capital venezolana, donde tuvo tres años. Pasó un año en la casa de formación de su orden. El resto del tiempo como rector del templo Nuestra Señora de La Merced y guardián (superior) de la fraternidad capuchina del convento.
El clérigo regresó a su tierra para laborar en el convento que los capuchinos tienen en Machiques como párroco de la parroquia Sagrada Familia.
Finalmente en 2008 regresa a El Tokuko como guardia de la fraternidad, párroco y director de la casa hogar que mantiene la orden de los Capuchinos al servicio de los indígenas yukpas y barí de la Sierra de Perijá por quienes estuvo precupado hasta su último aliento.
Sandoval constantemente llamó a los entes de gobierno para solucionar temas recurrentes como el del paludimos que lo llevaría al hospital, así como otras enfermedades, además colaboró con los medios de comunicación diferentes oportunidades como los incendios en la Sierra de Perijá. Pero también agradecía a Dios por darle la oportunidad de vivir entre las montañas entre los yukpas y barí a quienes consideraba sus hermanos.
Por: Redacción Regionales / Foto: Cortesía