viernes, noviembre 22

¿Qué sentido tiene esta Venezuela?

Venezuela ha sido secuestrada por el absurdísmo, una de las naciones con las mayores reservas de petróleo padeciendo escasez de gasolina y demás derivados. Una nación con
casi mil kilómetros de las mejores playas del planeta, con Canaima, el territorio más antiguo del mundo, con bellezas naturales exóticas, llanos únicos, andes, etc. y no posee industria
turística. Un territorio desbordadamente fértil, pero con alimentos que se encarecen día a día, inalcanzables para la inmensa mayoría, amén de ser la peor inflación del globo terráqueo.

Un país cuyo ADN está irremediablemente vinculado a la libertad e independencia, hoy está invadido por otras naciones y mezquinos intereses. Somos incapaces de producir, somos
extremadamente débiles, dependientes, hemos perdido todo vestigio de soberanía, somos simplemente una ficha en el interesado ajedrez geopolítico internacional.

Nada mejora. Quienes supuestamente llegaron para solucionar los problemas de la denominada cuarta república, no solo agravaron a la enésima potencia dichos males, sino
que generaron (y aún continúan haciéndolo) problemas mucho peores. Una nación desdibujada, quienes controlan el poder lo hacen barbáricamente, sin ninguna autoridad,
donde el hampa organizada encontró guarida.

Venezuela cuenta con un historial brillante en cuanto a lucha contra las tiranías, hoy está siendo sometida, obligada a idolatrar figuras partidistas, a abandonar su ciudadanía para
transformarse forzosamente en militantes zombies de un funesto partido. Está siendo militarizada, minimizada en sus derechos y libertades.

El voto, principal herramienta ciudadana, hoy es un fútil cascarón vacío, desde hace más de una década no premia, no castiga ni genera cambios. Las elecciones se desarrollan
innaturalmente, con partidos, candidatos y resultados impuestos. Cuando históricamente existen más motivos para protestar, las protestas están prohibidas de facto, organismos del
régimen y paralegales las reprimen brutalmente. La democracia, sus herramientas, que tanto nos costó consolidar, está siendo pisoteada.

Históricamente Venezuela había sido un edén para inmigrantes que llegaron a esta noble tierra para rehacer sus vidas huyendo de tragedias propias, se ha convertido en lo que pronto
será el más grave fenómeno de emigración del mundo, sus habitantes huyen de la sobrevivencia indigna que solo ofrecen las economías comunistoides.

La ley es letra muerta, las instituciones en quienes la Constitución obliga defender los derechos, las libertades, la constitucionalidad, la democracia hacen caso omiso. La “ley” es el
capricho de una élite que solo sabe obrar para perpetuarse en el poder a cualquier precio.

Venezuela, otrora referencia comercial de la región, se encuentra aislada, asistida por un puñado de países tan lejanos como antidemocráticos al igual ella hoy lo es. Ahora somos
ejemplo mundial del cómo no hacer política ni economía… ejemplo negativo en todo.

¿Qué sentido tiene esta Venezuela? Cada vez peor, llevada forzosamente del subdesarrollo al tercer mundo, día a día más antidemocrática, ajena a su esencia, a lo que realmente es…
Para más del 90 %, no tiene el menor sentido. Parafraseando a Churchill “Nunca en nuestra historia, tan pocos han hecho tanto daño a tantos».

Por Leandro Rodríguez Linárez